Reporte Imponderable

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domingo, 23 de mayo de 2010

La cosa es buscarle... Música, Magia y Baile a la vuelta de la esquina


En algún momento ha caminado por las empedradas calles de Francisco I. Madero, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, si así fuera es muy probable que confunda a nuestro país con uno de sus semejantes del primer mundo como Francia o tal vez Holanda, incluso con las alegrías verdeamarelas de las calles de Brasil, en este momento puede estar afirmando con la cabeza o preguntándose el porqué de tan trivial comentario.
La respuesta es muy sencilla, la Ciudad de México, y en realidad todo el país, ha ganado una fama de inhóspita y peligrosa con el tiempo, mitos y realidades fomentan esta concepción del México moderno.

Aunque la realidad ofrece perfiles de un país en crecimiento, que no reniega de su pasado, pero tampoco se conforma con lo hecho, un deseo de renovación con bases bien infundadas.
Si a caso no ha deleitado sus sentidos con los encantos de la calle Madero, se ubica justo en la continuación de la avenida Juárez que recorre la Alameda Central donde se resguarda el contenido artístico de algunos de los muralistas mexicanos más reconocidos como Rivera, Siqueiros, Orozco, Tamayo o Camarena, en el Palacio de Bellas Artes justo en la esquina con el Eje Central Lázaro Cárdenas.
El arte alimenta al espíritu, y esta calle está llena de arte, en primera por los edificios de estilo barroco y la exclusividad de ser un andador cultural, característica de las grandes metrópolis europeas; un jardín botánico que de vez en vez funge como galería de arte, junto a una obra maestra de la ingeniería que reposa en paz mientras rasca las incógnitas del cielo, una iglesia ubicada a menos de cien metros de una sex shop, almacenes de bisutería desde la más fina a la de fantasía, llegando así al tema base del reportaje, los artistas del performance.
Como ya dijimos el arte alimenta al espíritu, ¿pero al estómago quién lo llena? En una de las ciudades más grandes del mundo, era obvio que el trabajo escaseara, si bien los empleos mal pagados sobran, tienen la cualidad de terminar pronto y arrastrar con el arrepentimiento y la desdicha de sus trabajadores; para los hombres creativos y fuera del estereotipo del hombre común, uno de estos empleos los convertiría en zombies con corbata y maletín.
Esta especie de ser, ha desarrollado un modo de vida que satisface su necesidad de expresión y de supervivencia, aparte de con ello complacer a la mayoría de sus espectadores, recibiendo uno que otro insulto en lo más profundo de su seno materno.

Los artistas de performance han invadido las calles desde mucho antes que la libertad de expresión rellenara las páginas de la Constitución Política, pero fue desde hace cinco años aproximadamente que la calle de Francisco I. Madero, fue invadida por estos genios del entretenimiento y la expresión corporal.


“El performance, es una muestra escénica que se enriquece con un factor de improvisación, que no necesita de un escenario fijo, para realizarse”.

Así un simple recorrido puede convertirse en una excelente experiencia para propios y ajenos, tanto connacionales en busca de distracción, como extranjeros en busca de diversión, el sitio propicio para la decisiva primera cita, el sitio de reunión de amigos o los primeros recuerdos de un infante que cuelga del brazo de su progenitor.

Pero cómo viven esta experiencia los artistas que esconden su otra personalidad detrás del personaje que vive entre los edificios que cuentan una buena parte de la historia de nuestra nación.


De México, Brasil y Chile… para el mundo.
Así llegamos con el primero de nuestros testimonios, que en realidad son ocho reunidos en una sola voz que es la de la música afro-brasileña, el grupo musical Axe Pracatum, formado por Erick, Hugo, QFB, Edgar, Pepe, Santiago, Balderas y Dukin, se reúne desde hace una década para expresarse a través de una de sus pasiones, la música, los oriundos de México, Brasil y Chile, egresados de escuelas de Comunicación y Periodismo o de escuelas superiores de Música, buscan dos cosas:
“Salimos a la calle, para tratar de difundir la música brasileña y los ritmos netamente negros de África y de Suramérica, queremos desarrollar la música en México, mostrar que los caminos y las opciones son tan variadas como puedan imaginarse, y si podemos hacerlo con una
celebración como la batucada, pues qué mejor, aparte de ser un buen ingreso económico hasta el momento, de verdad que no lo esperábamos”. Comentó Erick Tirado, integrante de Axe Pracatum.
A pesar de contar con una buena trayectoria musical, son primerizos en la cuestión de tomar las calles como un medio para canalizar sus objetivos, resultando el escenario perfecto para presentar su espectáculo, que en este caso se redujo a la típica batucada brasileña, típica en Salvador Bahía o en la misma Brasilia. Pero en el centro del país fueron la sensación del día, acumulando una considerable cifra de espectadores y el rencor de algunos de sus compañeros más experimentados, como la de un payaso que terminó contagiado del ritmo y la alegría verdeamarela.
El pasado mes de febrero se celebró el Carnaval de Rio de Janeiro, en la ciudad del mismo nombre en Brasil, donde desfilaron más de trescientas escuelas de samba, el Carnaval de Rio de Janeiro, es una de las celebraciones más esperadas por la sociedad y por lo buscadores de fiesta a nivel mundial, los asistentes al principio eran personas discriminadas, ahora es uno de los eventos con mayor aceptación ideológica a nivel mundial en el que se despide una magia fraternal incomparable.


Magia Incomparable.
En continuación con la magia que se desenvuelve en esta calle, otro de los artistas y una de las caras más enigmáticas de Madero, es la del Mago Juan, así nada más, Juan, no necesita más, la seriedad y el temple del hombre originario de Cuba, se reflejan en la asombrosa labor que desempañan sus manos en la prestidigitación de los maravillosos actos que realiza frente a tus ojos con la incredulidad del más escéptico.
Su nombre es Juan Fonseca, salió de la isla caribeña hace cinco años ya por motivos personales y entró con VISA al país, “soy residente legal” resaltó el cubano como temiendo que mis intenciones fueran las de desterrarlo; su ocupación, su oficio y su vida es la magia, sólo se dedica a eso, “esto es lo que hago mejor, de esto vivo, y vivo bien”, afirmó el prestidigitador.
La magia, para mi sorpresa, la aprendió después de su llegada a México de su maestro, el Mago Chan y la practica desde hace año y medio en su locación justo en el Callejón de Motolínea sobre la calle de Madero, ahí es donde al lado de un esqueleto de origen prehispánico, un guerrero plateado y un par de superhéroes que dejan algunas cosas que desear; el Mago Juan destaca.
Así mientras realizaba la entrevista, me pidió un billete de cien pesos, el cual le cedí con sumo rejego, pensé que era su condición para la entrevista ya que permaneció muy sigiloso mientras sacaba una pluma con la intensión de anotar algo en el billete (según yo).
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Incrédulo observé mientras atravesaba el billete con la pluma, y pensé, pues ni tú ni yo chato, pero en un giro y un revés, sacó la pluma sin que el billete tuviera alguna perforación o maltrato, y regresara íntegro a mi bolsillo; mientras uno pone esa cara de tonto que se pone cuando no se sabe qué decir y percibe una sensación de felicidad que lo remite a la niñez.
“Sólo me dedico a la magia, pero también hago música, no profesionalmente pero la hago para mí, aunque quién sabe, la vida no se puede medir, no descarto un día sacar un disco y lanzarme al estrellato, todo es parte de la magia de vivir”. Culminó Juan Fonseca, mientras esboza una gran sonrisa, la primera desde que le di la mano.
Las sorpresas nunca terminan en una calle donde puedes pasar todo el día sin sufrir ningún percance, repleta de cafés como el “Mumedí”, donde se reúnen los trabajos de los diseñadores gráficos e industriales más famosos de nuestro país, o el sin número de bares que abren sus puertas con diferentes perfiles para el gusto de todo público, o la posibilidad de disfrutar una comida de pipa y guante, hasta una torta con todo y la botana de la mano de quien la prepara, Madero es el paraíso del explorador.
¡Un aplauso para el pachuco bailarín!
El último de los testimonios corre por parte de Fernando Mendoza, ¿se preguntará qué es lo que hace?, la pregunta adecuada sería, ¿qué no hace este hombre? Actor, bailarín y mimo, entre muchas cosas más, a dedicado su vida a la expresión corporal desde la década de los 80’s, y de manera profesional desde 1994.
En el andador cultural de Fray Pedro de Gante, un poco más hacia las profundidades de este callejón, alejado del tumulto generado en Francisco I. Madero, encontramos al Pachuco Mambo, ataviado con una traje de color púrpura un sombrero de pluma amarillo, zapatos tipo “blackn’white” con acabados en morado y una media que cubre su rostro, imposible de confundir.
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Personaje interpretado por Fernando desde hace cinco años, y que se define como una mezcla entre un pachuco bailarín y un mimo.
Él cual goza de jugar tretas a las damas para que acepten un baile con él, quien sólo escucha la música y se deja ir como hilo de media hasta que termina el son.
“Soy profesional, pero no soy egresado ni de la UNAM ni de las escuelas del INBA, mi formación ha sido mucho más autodidacta, tomando cursos independientes, talleres de relevancia internacional, así me he formado, siempre tomando como margen los principios teatrales”. Aseveró Fernando Mendoza.
El Pachuco Mambo es uno de los personajes a quien debe reconocerse más allá de la labor realizada en su sitio en Gante, ya que ha realizado presentaciones en diferentes escenarios a nivel mundial, como ejemplo, durante la última edición del Festiclown Internacional 2010, llevado a cabo del 1 al 5 de abril en Brasilia, capital del país suramericano, él fue el único mexicano invitado a presentar su espectáculo, junto al de otros artistas de Suecia, Francia, Perú y la sede organizadora.
De esta forma llegamos al final de este lúdico y revitalizante recorrido, donde la magia y las sorpresas se encuentran a la vuelta de la esquina, sitio en donde la música, el baile y la magia, se mezclan para crear un misticismo donde se puede encontrar de todo.
Como al joven Ivad Durán, quien puede ser localizado en las escaleras del Banco de México, donde el ex secretario de finanzas, Agustín Carstens, hace de las suyas; el joven, ataviado con gafas oscuras y una gorra que lo resguarda del sol, coloca cuatro letreros que rezan una leyenda respectivamente: “Para mi viaje al mundial”, “para cerveza”, “para el Ferrari” y “para la renta”; de esta forma él ya tiene su boleto de ida con destino a Sudáfrica y la mitad del de vuelta y asegura que conseguirá lo necesario para estar allá más tiempo que la selección y eso nadie lo duda, por el simple hecho de sentarse y ofrecer algo diferente a la sociedad, como diría el eslogan de una de las cervezas más representativas de la raza de cobre, “la cosa es buscarle”.



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