Reporte Imponderable

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domingo, 23 de mayo de 2010

Semáforos humanos.

Semáforos humanos.


Siete de la mañana. El tráfico habitual de la ciudad de México no se hace esperar y al poco rato de que en el horizonte se vislumbran los primeros rayos  del sol,  ellos los hombres de crucero con no más batuta que sus dos grandes manos y no mayor silbato que un poderosos chiflido, sin uniforme y sin placa  de autoridad, dirigen las caóticas calles de la ciudad  enfrentándose al tráfico, arriesgando sus vidas y apoyando al flujo de automóviles, fuente de empleo para algunos y un mal necesario para otros.  

El tránsito de manera mucho más puntual que cualquiera de los que quedaron atrapados entre su destino fijo y su presente en movimiento toma dominio monótono sobre todos los desesperanzados conductores, en una mañana como cualquier otra en la ciudad cuando toda la espesura de automóviles se entrecruza cual maraña al borde  del colapso,  el único que toma el control sobre la situación es el semáforo humano.

Diplomático entre peatones, automovilistas, motoristas y  ciclistas  hace gala de su grandilocuente chiflido y le da dirección a lo que por principio parecía imposible de ordenar. Dispersa y optimiza el devenir constante de camiones de izquierda a derecha y del centro al exterior en una lentitud por debajo de la media en ciudades tan pobladas  pues los automóviles no rebasan los 17km por hora, velocidad,  promedio máxima en vías rápidas de la ciudad de México según el último estudio realizado por el GDF hace 2 años.

No quiero creer en las coincidencias por lo mismo digo que gracias a que él está en el cruce he podido llegar a mi trabajo en varias ocasiones, sin dudarlo él está aquí para ser parte de mi destino por ello de vez en vez le paso de 5 a 10 pesos para que siga echándole ganas desde la mañana, dice Ulises Vieira entre risas automovilista que debe pasar todos los días por esta zona a su trabajo al referirse a los semáforos humanos.

 

Gracias a nosotros los accidentes de tránsito se han reducido y nos ganamos una lana; menciona Sacramento Lares Ferris de 45 años, semáforo humano desde hace 10 años. Antes era ciruja en Tijuana, aunque casi nunca encontraba nada de provecho entre la basura de los demás. Hacia mi lucha diaria pero  me vine con mi hija acá a la ciudad y pues al no tener estudios me puse a pitar y gritar que para eso si soy buena y  pus ganarme unas monedas, dijo minutos antes de disgregar una riña que se produjo en el carril derecho.

Velocidad promedio de la ciudad en un estudio del 2008 realizado por el GDF

En 1990

38.5 kilómetros por hora

en 2004

21 kilómetros por hora

en 2007

17 kilómetros por hora





Son parte de la fauna de la ciudad, no recibe un sueldo fijo y vive dependiendo de las “propinas” su fuente de ingresos o apoyo a la economía familiar así como lo son los limpia parabrisas, los viene-viene, los caprichosos cacharpos, seloscuidio y canguritos, estos últimos con su propia mercancía que sólo se reparte  entre parada y parada, semáforo tras semáforo  pero que juntos completan la nomina de cruses, puentes y paraderos en donde las autoridades no tienen domino sobre ellos.  

La Subsecretaría de Control Vehicular de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSP-DF) cuenta con 4mil elementos para los aproximadamente 75mil cruses viales en la capital, no todos importantes pero no por ello menos propensos al caos en horas pico siendo  aquí donde los semáforos humanos simplemente y ante la falta de empleo cubren áreas que la Subsecretaría no logra abastecer por lo que más que un problema resultan ser un paliativo ante la falta de elementos.

Cruce de historias

Ya sin esperanza de encontrar un nuevo trabajo lleno de deudas y en un ataque desesperado por hacer algo que le redituara dinero,  Rubén Rojas decide caminar con un periódico marcado con los posibles sitios en los que él podría trabajar no pasa el primer cruce cuando observa que la calle está en un completo esperpento y no hay  un sólo agente de tránsito a la vista y decide dirigir el transito y a los 10 minutos el ya estaba ganando dinero. “Tengo 55 años de edad y me despidieron de la fábrica donde trabajaba, me dieron mi indemnización pero la ocupé para cubrir las deudas de mi casa, mi primer cambio fue de 3 pesos y fue a los 10 minutos de que estaba nomas aquí moviendo mis manos, al final del día tenia los suficiente para llevar de comer a mi casa y hasta echarme unas cervezas,  ahora mantengo a mi familia los cambios  que los automovilistas me proporcionan”

Siendo voluntarios no reciben sueldos fijos y están a expensas de la circulación de los automovilistas por las calles y cruceros  “Como en todo hay gente que se molesta y hay gente que le agrada; ahora en diciembre había gente que nos regalaba cien pesos o algo, por la Navidad. Somos un mal necesario” asegura Roberto Torres Cardozo de 23 años y estudiante del octavo semestre de la carrera de Economía en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón de la UNAM quien está por terminar su tesis.

“Llevó aquí trabajando desde que inicié la carrera y eso por mi hermano porque también él estudia en un Conalep. Lo que hacemos es obstruir la vialidad o parar el tránsito del carril de extrema derecha de la calzada Ignacio Zaragoza de oriente a poniente para que se incorporen los automovilistas que vienen sobre la calle Julián de los Reyes”

Agrega que él y su hermano son los principales sostenes de su familia, pero diferente a los que muchos piensan ellos también se dedican a estudiar. En un día bueno se llevan hasta 120 o 130 pesos, de ahí pagan algunos de sus gastos para la escuela, añade, al tiempo que enseña su historial académico y su credencial de la UNAM, además que pronto hará su servicio social en Nafinsa.

De 7 de la mañana a 11 es su horario habitual de trabajo. “La gente nos echa el carro, nos ven como rateros y en ocasiones no sacamos nada porque dependemos del flujo de los carros que andan en la zona”

“Yo siempre que puedo les doy un peso, cinco o hasta diez pero no siempre les puedo dar, antes hasta me daban miedo, parecían rateros y pasaba con mucha precaución por la zona”; menciona un automovilista que pasa por el rumbo donde se encuentra Roberto.

Población en crecimiento

“Encontrar lugar para estacionarte era toda una aventura, especialmente llegando al trabajo”  dice Erick Cardoso Garván quien ve que es oportuno que alguien ponga orden entretanto conflicto. Cada mañana, no sólo está el reto de descubrir un sitio que no esté demasiado lejos de tu oficina, sino está la verdadera aventura de ver quien me daba paso para arribar al trabajo sin embarg o estos chicos me han facilitado estar antes en los estacionamientos y todo eso es más fácil; expone Erick que ha pasado por la misma zona desde que tiene memoria y automóvil.

Cada año ingresan a la circulación en la ZMVM, 250 mil automóviles adicionales, lo que implica que en 15 años se duplicaría el número de automotores en circulación, y por tanto, crecería la necesidad de más vialidades, señala un análisis denominado Eficiencia del Transporte Público y Privado, elaborado por la organización el Poder del Consumidor.

Para el Gobierno del Distrito Federal (GDF) se necesitarán 450 kilómetros de vialidad primaria adicional para atender las necesidades actuales.

El semáforo humano también es un torero, todos los días está en peligro su vida por la inminente constate de que los conductores arremetan contra ellos al no estar de acuerdo con sus  decisiones de dirección.

De acuerdo con la Subsecretaría de Control Vehicular, en la ciudad hay un parque vehicular de 3.4 millones de automotores y todos los días se suman 1.5 millones provenientes del estado de México y del interior de la República Mexicana; el número de autos que circula en el DF crece entre 170 mil y 200 mil automóviles nuevos cada año, dijo Alfredo Hernández, titular de esa dependencia en una conferencia de realizada hace unos días con motivo de su avance programático.

 

Con programas como ecobici se pretende desalentar el uso del automóvil pero mientras esto sucede y la gente se desaliente sobre el uso del automóvil como principal medio de trasporte estos individuos sirven de sobre manera para apoyar en el tejido social y desmarañar las redes   que por obviedad se vuelven parte de nuestras vidas en una ciudad  tan grande y en expansión.

Al grito de ¡uno y uno! Todos los días afrontan su realidad los hombres y mujeres de cruceros en la urbe más habitada del planeta, que bien o mal desempeñan una función importante en una zona que por demás decirlo es una encrucijada de pasiones, descalificaciones y claxonazos de los cuales ellos no se salvan de recibir aunque nunca falta el que agradezca  al igual que muchos su trabajo.

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